James Holmes, ex agente de investigación criminal en Wisconsin (EE. UU.), en conversación con nuestra Fundación, advierte sobre: la importancia de entrevistar a los cuidadores del niño/a, la investigación exhaustiva de la escena del crimen, los registros médicos e historial familiar, el ámbito digital y los resultados forenses.
Para el experto internacional James Holmes existen 5 puntos clave para una completa investigación en caso de muerte de un niño, niña o adolescente. Holmes, exagente especial de la División de Investigación Criminal de Wisconsin, Estados Unidos, advierte la relevancia de considerar estos aspectos para resolver estos complejos crímenes.
«El primer elemento son las entrevistas a los cuidadores. Cuando hablamos de ‘cuidador’ nos referimos a la madre, al padre, a cualquier persona que haya estado a cargo del niño durante las últimas 96 horas, es decir, los últimos cuatro días», explica el exagente. «Estamos tratando de determinar si el niño estuvo solo, quién estuvo con él en ese momento y, en general, toda persona que estuvo cuidándolo durante ese período», agrega.
En segundo lugar, está la investigación de la escena donde ocurrieron los hechos. «La investigación de la escena es realmente crítica. Se trata de regresar a la casa del niño y documentar la escena a través de fotografías y videos, cubriendo todos los rincones», plantea y profundiza: “Debemos asegurarnos de que, aunque se trate de un bebé que quizá estaba en una cuna y llegó al hospital, igual debemos documentar la escena de manera adecuada. Hay que revisar todas las habitaciones, el sótano, abrir el refrigerador, los armarios». Un elemento clave para el experto es el uso de una muñeca o doll reenactment para realizar recreaciones. «Se usa una muñeca para conversar con los cuidadores, como parte de la entrevista, pero también para recrear cómo colocaron al niño y cómo lo encontraron», cuenta Holmes.
El tercer punto que consigna el especialista es la consideración de los registros médicos, así como el historial familiar y la historia social del niño o niña. «Necesitamos recopilar todos los registros médicos de cualquier lugar en el que el niño haya estado. Eso nos permite crear una línea de tiempo de los acontecimientos. También necesitamos saber quién más vive en el hogar. ¿Ha habido otras muertes de niños en esa familia? Eso forma parte de la historia familiar”, detalla.
El cuarto ítem que plantea Holmes es el ámbito digital y las redes sociales. Por un lado, explica el experto, están «los teléfonos celulares que usan los padres: quiero saber si los usaron ese día, si enviaron mensajes de texto, a quién se los enviaron, si hicieron llamadas telefónicas». Pero además es relevante la interacción en redes sociales. «¿Con quién se comunicaban? No solo a través del teléfono, sino también en Instagram, Snapchat u otras plataformas. ¿Qué tipo de comunicaciones había? Incluso podría haber fotografías. Esto también proporciona nombres de otras personas con quienes podríamos hablar acerca de cómo se sentía el padre, la madre o el cuidador respecto al niño», añade.
Finalmente, Holmes propone la importancia de los resultados de la autopsia forense y conocer «qué tipo de lesiones presenta el niño, si es que presenta alguna. Esto es algo que yo, como investigador, no puedo hacer, así que debemos apoyarnos en un médico patólogo forense para que realice la autopsia, así como la toxicología del niño, para determinar si ingirió algo o si hubo lesiones que causaron su muerte. ¿Qué pasó exactamente?», concluye.